sábado, 19 de diciembre de 2015

COMPRENSIÓN DE TEXTOS

LOS NIVELES DE LECTURA CRÍTICA

Leer es una fusión de horizontes, el horizonte del autor y el horizonte del lector. 
(Hermenéutica-Fusión de horizontes)



La comprensión de un texto implica decodificar y analizar el sentido de lo que el autor quería transmitir o comunicar con lo escrito. En la comprensión de textos, se necesita pasar por tres niveles:

NIVEL LITERAL, NIVEL INFERENCIAL Y NIVEL CRÍTICO-VALORATIVO.

NIVEL LITERAL:

Se debe comprender lo que dice el texto, de forma global y local. Se entiende el sentido y significado de palabras, frases y párrafos de forma explícita.

NIVEL INFERENCIAL:

Interpretar y comprender lo que el autor quiere decir con el texto. Además de comprender el sentido del texto, comprende el para qué o porque lo dijo, es decir la que está implícito en el texto.

NIVEL CRÍTICO-VALORATIVO:

El lector valora y evalúa el contenido de lo que el autor escribió. El lector toma una postura frente a lo que dice el texto y para hacer proyecciones sobre lo que podría implicar o suceder, según lo que el autor plantea en el texto.


ACTIVIDADES:

Lee con detenimiento el siguiente texto y a partir de él desarrolla las preguntas que se establecen como cierre del trabajo.


LOS LECTORES RUMIANTES DE NIETZSCHE

Tres son las transformaciones por las que debe pasar el espíritu: camello, león, niño. Esta idea tan cara al pensamiento de Estanislao Zuleta[1] quisiera tomarla como eje  para tratar de perfilar el tipo o la propuesta de lectura formulada por Nietzsche.

Primero camello: idea de trabajo, de respeto, de pesadez, de ponerle la “espalda” al texto. El camello que es también paciencia, parsimonia, “rumia”[2]. Detenimiento. Cuando un lector asume el avatar del camello lo que está haciendo es dejarse hacer por el texto, si me presta la expresión,  es una actitud o una actividad pasiva, digestiva, lenta. O, en palabras de Zuleta, es un “habitar el texto”.

Segundo el león: idea de irreverencia, de desapego al texto. De pelea. De confrontación permanente. Ahora es el lector que “azota” el texto, lo oprime, lo retuerce, lo hace suyo. Es el lector que “interroga al texto", que lo subraya, lo abre, lo desmenuza. Leer como león es no aceptar con facilidad cualquier interpretación; es sospechar del texto[3].

Tercero el niño: idea de inocencia, por supuesto, pero también de renovación, de creación genuina. Invitación a convertir la lectura en producto, en escritura. El lector niño ya no tiene la piel del camello que aguanta pasivamente el texto, ni tampoco las garras de un lector presuroso por imponer su subjetividad. Es más bien una invitación a recomenzar, a formular un decir auténtico. La lectura recreativa.

En otras palabras: en un principio hay que “cargar” con el texto, volverlo familiar, rumiarlo, digerirlo, permitirle hibernar en nuestra conciencia; luego hay que enfrentarse a él, desconfiar, ponerlo entre paréntesis, discutirlo; finalmente debemos tratar de producir un texto nuevo, diferente, generar otros textos. El proceso de lectura Nietzscheano va de la aceptación cuidadosa, meticulosa del texto a la desconfianza mayúscula, al análisis concienzudo y pormenorizado, al lector atento. Más el proceso no termina ahí. Nietzsche avanza otro paso: hay que convertir esa confianza y esa sospecha en olvido, para que así pueda emerger, la posibilidad de crear. La lectura,  entonces, es sí “que se afirma más allá de la deuda y de la venganza”. Más allá del “tú debes” o el “yo quiero”.

Nietzsche “odia a los ociosos que leen”. La lectura es un encuentro para el cual hay que prepararse psicológica y físicamente; por eso pide lectores especiales, lectores que no se dejen vencer por la primera dificultad; por eso habla en varios de sus escritos de que aún no ha llegado ese tipo de lector. El lector que Nietzsche pide es un lector “total”; un lector dedicado. Con demasiada paciencia de filólogo, que se detenga en cada signo, en cada palabra. Nietzsche, escritor de aforismos, solicita no un deletreador o un decodificador, pide otra cosa, un lector que apenas termine la última palabra de un texto esté próximo a comenzar de nuevo con la primera. De uno a otro estómago. Los lectores nietzscheanos no son lectores de la prisa o el afán. A Nietzsche le gustan los lectores rumiantes.

Otro punto que me parece interesante es el papel del olvido en la lectura. Leer, según Nietzsche, es convivir con el texto hasta el entrañamiento. Mejor aún: cuando leemos en verdad, cuando nos entregamos como Don Quijote a la lectura “hasta que se nos seque el seso”, es cuando aparece o nace el sentido, la comprensión de lo leído. Si Nietzsche usa la imagen del niño para dar a entender esta nueva identidad del lector, lo hace precisamente para advertirnos que la lectura más profunda es la que logra “transformarnos”, la que nos pone en otra situación. El olvido, el niño, quiere decir: dejamos el libro como libro, el texto como texto y lo empezamos a sentir como propio, como sangre, como parte de nuestro yo. La lectura Nietzscheana pretende o busca que la letra encarne, que el signo vuelva a vivificarse dentro del espíritu del lector.

Así vistas las cosas, Nietzsche desea que en un lector fuerte, en un lector potente pudiera combinarse –en palabras de Zuleta- tres tipos de capacidades: de admiración, de oposición y de creación. Camello, león, niño. Pero estas tres capacidades son de igual manera formas de ser del pensamiento. La lectura propuesta por Nietzsche es un ejercicio del pensar. Otra manera de pensar. La lectura deja de ser de consumo, de ser hobby para convertirse en trabajo, en una actividad, en un quehacer. No hay lecturas fáciles, sino lectores facilistas. No hay lecturas obvias, sino lectores obvios. Cada texto demanda de cada lector un tipo de actividad particular, una estrategia de lectura diferente. Atención, nos dice Nietzsche, tenemos que tener cautela al pensar que el código que usamos tanto autor como lector es el mismo; cuidado, nos dice Zuleta, siempre leemos desde alguna parte y, por eso, leer es un problema.

El sentido final de la propuesta de lectura definida por Nietzsche culmina en la exaltación del texto como problema. Y es en el encuentro personal con la Esfinge textual donde puede verse la calidad del lector, su torpeza o su lucidez, su desidia o su dedicación. El texto Nietzscheano es un texto virtual. Por eso mismo, sólo y en la medida en que miremos las múltiples posibilidades de sentido, la variedad de alternativas del código, sólo así –teniendo esa condición de rumiante, propia de los filólogos- hallaremos la vía o el camino más adecuado para la interpretación de los textos. Con Nietzsche, la lectura deja de ser evidencia para convertirse en enigma.


VÁSQUEZ RODRÍGUEZ, Fernando. Oficio de maestro. Medellín: Pontificia Universidad Javeriana.

Conteste las siguientes preguntas:

1.    ¿Qué relación hay entre el texto y los tres niveles de lectura comprensiva?

2.    Buscar las palabras desconocidas y busque el significado según el contexto de la lectura.

3.    ¿Por qué  Estanislao Zuleta retoma a Nietzsche en los lectores rumiantes?

4.    Elabora un mapa conceptual de la lectura.

5. ¿Cómo se debe leer un texto?




[1] Véase el apartado “De las tres transformaciones” en Así habló Zaratustra, 1983, Alianza Editorial, Madrid, p. 49
[2] El concepto de “rumia” también aparece en el prólogo a La genealogía de la moral, 1983,Alianza editorial, Madrid, p. 26
[3] Estanislao Zuleta, “Sobre la lectura” en Sobre la idealización en la vida personal y Colectiva, 1985, Procultura S.A. Bogotá, p.91

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